Amenaza
terrorista
Las primeras deflagraciones llegaron
atenuadas por la distancia, por los altos edificios de la zona comercial y de
oficinas. Una secuencia lenta y continua, cadenciosa, como la de los estallidos
de los fuegos artificiales. Al poco, sin embargo, comenzamos a escuchar las
explosiones mucho más cerca. Yo mismo vi estallar a un hombre que acababa de
comprar el diario en el quiosco de la plaza, junto al gimnasio. Nada más
abrirlo por sus páginas centrales. ¡Pumba!, y nada quedó de él, salvo un bulto
calcinado y un espantoso tufo a chuletón a la brasa.
Supe entonces que los terroristas habían cumplido su amenaza, cuando días antes anunciaron una noticia bomba en los periódicos. El quiosco de prensa voló por los aires. Presa del pánico, tiré mi ejemplar a la papelera y eché a correr sin saber muy bien qué dirección tomar.
Supe entonces que los terroristas habían cumplido su amenaza, cuando días antes anunciaron una noticia bomba en los periódicos. El quiosco de prensa voló por los aires. Presa del pánico, tiré mi ejemplar a la papelera y eché a correr sin saber muy bien qué dirección tomar.
David Vivancos Allepuz - Grimas y leyendas
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